Vivir para contarla

De Silvia Favaretto (Poeta)
Italia

Recientemente me enteré de que una amiga editora había sufrido un acoso por parte de su exmarido, quien la insultó y amenazó frente su hijo adolescente. Ella escribió en las redes sociales admitiendo sentirse mal y pidiendo socorro, incluso en los comentarios incursionó su propio hijo defendiendo al padre. No puedo detener mis pensamientos, que me arrastran en este instante hacia el pasado. Entonces, recuerdo mis propios fantasmas: un día de mis veinte años en que trabajaba de traductora en un pueblo del interior, en una estación de trenes sin personal, ni viajeros, yo sola, en el paso de peatones subterráneo, con ese hombre siguiéndome, el asco de su desnudez, el miedo al correr subiendo los escalones, las náuseas y el corazón explotando cuando ya estaba a salvo en el compartimiento. (¿Será que nosotras estamos en verdad a salvo en algún momento?).

Me concentro en mi amiga editora y otra vez, los recuerdos me transportan unos cuantos años atrás: un ex novio que no aceptaba mi decisión de separarnos, acompañándose con un arma, saliendo desde atrás de un autobús estacionado mientras yo caminaba por la calle. Recuerdo el terror paralizarme, mientras adentro de mi casa, yo sabía que estaba él, afuera, esperando, quien sabe durante cuánto tiempo. Mi mente independiente de mi voluntad, corriendo hacia atrás, volviendo a vivirlo todo.

También me acuerdo de esa otra vez, el carro de mi amiga Nicoletta que no arranca, en el medio de la noche helada de noviembre, en una desolada zona industrial. Un hombre de color que aparece al costado de la calle, cambia su dirección y apunta hacia nosotras. Recuerdo verlo pasar, sin decir nada, e irse detrás de nuestro vehículo y empujarlo hasta que arranca e irse tan rápido como apareció, sin que siquiera pudiéramos agradecerle.

Todo esto ocurre en la vida de una mujer, y de una mujer afortunada: a mí siempre me fue bien (llegó el tren, el ex novio se rindió, un Ángel negro bajó del cielo...) pero a muchas hermanas no les pasó lo mismo. Pienso en todo eso.

Pienso: soy docente, soy escritora, soy madre, tengo poder: tengo estudiantes, lectores y un hijo varón que pueden escuchar lo que pienso y opino. Escribo Landays es un género totalmente dedicado a la denuncia del maltrato de las mujeres. Planeo utilizar esta arma poderosa para que se sepa que ninguna mujer debería estar en condición de tener miedo, y que los hombres justos son y serán esos Ángeles negros que nos apoyan y ayudan a difundir una cultura en la que la mujer no sea objeto de violencia, sino un ser consciente de su valor y de su fuerza, rodeado por instituciones que las protegen y compañeros que las respetan y las valoran.

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